P. Recife
Desde que aparecieron y fueron aprobadas para su uso las primeras vacunas contra el COVID19 la guerra económica e imperialista por su control y dominio geoestratégico ha sido clara. Lo que menos les importa a las grandes farmacéuticas y los estados que las amparan es la salud de la ciudadanía; lo que les interesa es que la maquinaria productiva continúe funcionando para seguir sacando pingües beneficios a costa de la explotación de la clase obrera y las masas populares.
En la UE la guerra se hizo notoria desde el inicio con su enfrentamiento con AstraZeneca en el lamentable desarrollo de los hechos contractuales y no contractuales por la parte británica-sueca. “Casualmente” cuando comienza esta guerra, comienzan a aparecer noticias, ampliamente difundidas, sobre posibles casos de trombosis aparecidos tras la vacunación de AstraZeneca que han provocado una alarma un tanto desproporcionada –se han producido solo 120 casos por 34 millones de vacunados en Europa– generando incertidumbre y temores que se vieron agudizados con la paralización de la vacunación en varios países (España entre ellos) y sembrar la duda a los vacunados por si les cambiarán la segunda dosis por la de otra vacuna –como manifestaron varios políticos de la UE, medida que todos los expertos desaconsejan sin previos estudios hechos. Tras meses de presión, amenazas y tiras y aflojas por ambas partes, el comité de seguridad de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha reconocido que la relación entre la vacuna de AstraZeneca y la formación de trombos son casos muy raros y recomienda seguir poniendo esta vacuna porque es mucho mayor el beneficio que el riesgo.
Esta guerra por la influencia de las ventas de la vacuna y de la dependencia que se crea de terceros países hacia los estados mas ricos, se entenderá mejor si ponemos algunas cifras sobre la mesa que son solo las que se han hecho públicas dado que en este asunto hay mucho secretismo y poca transparencia.
Así, Pfizer/BioNTech tiene pedidos a nivel mundial de 780 millones de vacunas cuya facturación global conjunta de este dúo empresarial estimada por un analista de Barclays (no sólo por esta vacuna) es de 21.500 millones de dólares en 2021, 8.600 en 2022, y 1.950 en 2023. Moderna, tiene pedidos de 17 millones de dosis para Reino Unido, 50 para Japón, 300 para EEUU, y finalmente 310 millones para la UE, con opción a otros 150 millones en 2022. La facturación global de la compañía estimada por Barclays es de 19.600 millones de dólares en 2021, 12.200 en 2022, y 11.400 en 2023. Johnson&Johnson, cuenta con 400 millones de dosis vendidas a la UE, 800 millones a EEUU. 30 millones a Reino Unido con opción a otros 22 millones, y 500 millones para COVAX (Covid-19 Vaccines Global Accessde la OMS entre otros). La compañía aspira a hacer una cifra de negocio de 10.000 millones de dólares sólo con esta vacuna. AstraZeneca, laUE en su momento confió en esta compañía comprándole 400 millones de dosis, Estados Unidos le compró 300 millones, Japón 120 millones, y Reino Unido 100 millones de dosis. Analistas del sector prevén que las cifras de AstraZeneca sean en 2021 de ventas por 1.900 millones de dólares y en 2022 de 3.000 millones, aunque el desarrollo de los acontecimientos posterior ha hecho que sólo en 2021 sus cifras puedan catapultarse si consiguen su objetivo de vender 3.000 millones de dosis, (¡menos mal que la compañía decía que se comprometía a suministrar la vacuna sin ánimo de beneficio!). De Sinovac (la vacuna china), los pocos datos disponibles (y a saber lo que luego se aproximarán a la realidad) son que la compañía china ha firmado acuerdos de venta con Brasil, Chile, Singapur, Malasia y Filipinas. Además, Turquía e Indonesia la han acabado expulsando de sus planes de vacunación en marcha. Con todo, el rotativo The Guardian estima que la compañía va a tener ventas de miles de millones de dólares. Para cerrar este mareo de cifras la vacuna Sputnik, abanderada de la ciencia y del poderío ruso no ha sido aprobada en la UE por el momento, lo cierto es que países como Hungría y Eslovaquia han adquirido dosis de su generación Sputnik V. En todo el mundo, más de un total de 50 países han afirmado haber adquirido la vacuna, e incluso la anglo-sueca AstraZeneca ha optado por investigar la opción de distribuir una versión de su vacuna de dos dosis combinada con la Sputnik. The Guardian vuelve a estimar a “grosso modo”, dada la opacidad y secretismo, ventas de esta vacuna por importe de millones de dólares pues parece que los desarrolladores rusos de la misma están trabajando para conseguir que fabricantes de otros países les permitan vender conjuntamente 1.400 millones de dosis (cabe señalar que la Comunidad de Madrid con Díaz Ayuso a la cabeza estuvo sondeando la posibilidad de su compra por encima de las decisiones del Gobierno y otras comunidades fueron tentadas por los rusos para su producción). Como vemos solo con estos datos, revela unas cifras de negocio pandémico multimillonarias a costa de millones de vidas y que solo EEUU, Gran Bretaña (y su socio sueco), China, Rusia y varios países de la UE se reparten ese pastel.
Pero no solo son las vacunas las que están generando este enorme volumen de riqueza para unas pocas multinacionales farmacéuticas. La revista “Forbes” destaca una lista de los 40 nuevos multimillonarios que se están haciendo superricos aprovechando la crisis pandémica del Covid-19. Han hecho su fortuna desarrollando nuevas vacunas y prometedores tratamientos con anticuerpos, mientras que otros venden pruebas de diagnóstico y equipo de protección personal muy necesarios. Dice “Forbes”: “Un año después, las cosas no podrían ser más diferentes: un récord de 493 nuevos multimillonarios se unieron a la lista este año, impulsados por un mercado de valores al rojo vivo y un estímulo económico sin precedentes. Entre esos recién llegados hay al menos 40 nuevos participantes que extraen sus fortunas de compañías involucradas en la lucha contra Covid-19. Algunos, como el director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel, y el cofundador de BioNTech, Uğur Şahin , se han convertido en nombres conocidos gracias a las vacunas que ayudaron a desarrollar. Otros se enriquecieron haciendo de todo, desde equipos de protección personal y pruebas de diagnóstico hasta tratamientos con anticuerpos y software que ayuda a las autoridades a programar campañas de vacunación, que serán esenciales para reabrir las economías y volver a la vida normal”. Y como ejemplo de estos especuladores de la salud pública continúa “Forbes”: “El más rico de estos nuevos multimillonarios es Li Jianquan , presidente del fabricante chino de productos médicos Winner Medical, que aumentó la producción de máscaras y monos médicos para suministrar a trabajadores de primera línea en todo el mundo. La OPI de Winner Medical en la bolsa de valores de Shenzhen en septiembre de 2020 convirtió instantáneamente a Jianquan, de 64 años, en multimillonario varias veces gracias a su participación del 68% en la compañía, por valor de 6,8 mil millones de dólares”.
A todo este baile de miles de millones de dólares, de cientos de millones de dosis ya suministradas hay que añadir la otra cara de la moneda. De los 194 países reconocidos en el mundo, más de 130 países no han recibido ni una sola dosis de las vacunas COVID-19 y el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se ha concentrado en tan sólo diez naciones, todas ellas desarrolladas. No es difícil concluir que lo que se pretende es salvar las economías de esos países desarrollados, no las vidas del género humano.
A medida que avanzan los programas de vacunación contra la covid-19 en distintos países, especialmente en los más ricos, el mundo podría quedar dividido a final de año por zonas de riesgo. Los países que no completen la vacunación de la población y no controlen la aparición de nuevas variantes pueden terminar aislados del resto del mundo y clasificados de manera oficial o informal como zonas de riesgo. "Podríamos ver una división por zonas de riesgo. Por ejemplo, el sudeste asiático y Europa serán verdes. El naranja es para la India y casi toda África. Y el rojo puede ser Sudáfrica, Brasil y Estados Unidos…" declara el virólogo Julian Tang, de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, siendo el amarillo y rojo las zonas de mayor riesgo.
En una sesión de alto nivel del Consejo de Seguridad de la ONU celebrada el pasado mes de febrero, António Guterres (Secretario General de las Naciones Unidas) apuntó: “En este momento crítico, la mayor prueba moral que encara la comunidad global es la equidad en la distribución de vacunas. Debemos asegurarnos de que todo el mundo, en todas partes, pueda vacunarse lo antes posible” y lamentó que el progreso en la vacunación esté siendo “tremendamente desigual e injusto” como se está produciendo. En la discusión del Consejo de Seguridad participó también la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), quien aunó su voz al Secretario General de la ONU al aseverar que la única forma de superar la emergencia global es garantizando que las vacunas estén disponibles para todos los habitantes del planeta. “El acceso equitativo a las vacunas para todas las personas, incluidas las que viven en situaciones de conflicto, es fundamental. No sólo como una cuestión de justicia, sino como la única vía para poner fin a esta pandemia”, dijo Henrietta Fore.
Próxima entrega: La guerra de las vacunas y el derecho de los pueblos a vacunarse (y II): las patentes