Elena Ódena
Por Francisco Caraballo*
La vida de la camarada Elena Ódena es la historia de una militante y dirigente comunista autentica y excepcional; su historia es un libro abierto que enseña su contribución teórica y su actividad consecuente en la defensa, en la difusión y la práctica del pensamiento fundamental del Partido Comunista de España marxista-leninista, del cual fue miembro fundador y también, desde el principio, uno de sus dirigentes más destacados.
En su trayectoria como dirigente aportó un legado de cualidades entre los cuales se destacan la aquilatada formación ideológica, la lucidez política que le permitía orientarse con acierto en medio de las turbulencias de la realidad de España y del campo internacional. En ese sentido cabe subrayar su defensa irreductible del marxismo leninismo como teoría vigente y como brújula para la acción revolucionaria, que ilustró su lucha implacable contra las diversas expresiones del revisionismo y el oportunismo, de las traiciones sucesivas, de la doblez de supuestos camaradas o amigos, de aquellos que suelen utilizar distintas caras y caretas para disfrazar sus posiciones y sus propósitos turbios.
Dotada de esas cualidades singulares que solo se pueden forjar al calor de la práctica revolucionaria, desempeñó siempre posiciones de avanzada en las diferentes formas de lucha en medio de grandes conmociones en los planos nacional e internacional derivadas de la Segunda Guerra Mundial, de la división del Partido Comunista de España y del Movimiento Comunista Internacional, del franquismo y la Guerra Civil. Es oportuno recordar que el Partido Comunista de España m-l y sus dirigentes, entre ellos Elena, orientaron la lucha política antifascista con las consignas de la Republica y cuando las condiciones lo exigieron, impulsaron el enfrentamiento contra terrorismo franquista, colocando en alto las banderas rojas con un valor irreductible que, por supuesto, le costó muertos, sangre, sacrificios, sudor y lágrimas.
Precisamente en el marco de la admiración y el respeto del Partido Comunista de Colombia m-l hacia el Partido hermano, tuve la ocasión de conocer a Elena Ódena en el otoño de 1976; su nombre y su apellido adoptados, tienen un significado político especial ligado al sentido de su lucha.
En nuestros encuentros en la oficina del periódico Vanguardia siempre estuvieron en el centro el intercambio de puntos de vista sobre temas de actualidad, sobre problemas comunes relacionados con las diferentes posiciones políticas que se debatían en el mundo y en el Movimiento Comunista Internacional marxista-leninista. En ese ambiente se hicieron más solidas nuestras coincidencias ideologías y políticas, se fortalecieron las relaciones para la lucha común y el compromiso de conjuntar fuerzas y esfuerzos para avanzar hacia los objetivos estratégicos, de conformidad con las exigencias del desarrollo histórico.
La situación convulsionada que se desarrollaba en aquel periodo y las enormes exigencia derivadas de ella, estimularon en el Movimiento Comunista Internacional marxista-leninista una ofensiva por la defensa de los fundamentos del marxismo leninismo; dadas esas condiciones, Elena, Raúl y yo nos dispusimos a conformar un grupo de investigación y de estudio orientado a proseguir con dedicación la defensa de los principios que han orientado nuestras actividades, con la certeza de que para avanzar en esa dirección era indispensable contribuir al desenmascaramiento de los errores teóricos en boga y al mismo tiempo esclarecer algunos asuntos de la teoría y la práctica, sobre los cuales abundaban las tergiversaciones y las confusiones incluso en el seno de algunos Partidos marxista-leninistas. Debido a circunstancias adversas y a dificultades que no fue posible superar, ese proyecto quedó inconcluso, aunque se lograron algunos avances, especialmente en relación con el desenmascaramiento de las teorías erróneas propagadas a nivel mundial por el maoísmo y con la influencia de posiciones prácticas socialdemócratas. Vale reconocer los aportes que consignó Elena en el impulso de aquel compromiso que mantiene plena vigencia en la actualidad.
Tuve el privilegio de conocer a Elena y estoy convencido de que su vida y su actividad serán una guía certera para los militantes y para los dirigentes comunistas marxista- leninistas, predispuestos a realizar sin vacilaciones las exigentes tareas propias de su militancia. Vale recordar que Elena, desde temprana edad, se comprometió con las ideas y los ideales comunistas; siempre fue infatigable en el trabajo del Partido que solía cumplir con un entusiasmo desbordante, con una tenacidad envidiable para afrontar las circunstancias adversas. Estricta con ella misma y rigurosa con los demás, no aceptaba las cosas a medias ni mal hechas.
Es preciso indicar que el ámbito de su formación ideológica y política se extendía y se complementaba gracias a sus conocimientos derivados de la investigación, las lecturas y una notable capacitación cultural que le permitía relacionarse con intelectuales de diferentes disciplinas, ya fuera para ofrecer sus aportes o para exponer sus puntos de vista y sus críticas cuando era menester. Es un ejemplo muy valioso, por cierto, porque pone de presente la obligación que tienen los comunistas de interesarse por cimentar una formación integral, partiendo de la convicción de que los comunistas deben interesarse por todas las áreas del conocimiento, por todo lo que se relaciona con el mundo, con la sociedad y con los seres humanos.
La verdad es que aprendí mucho de Elena, como camarada y amiga, de su vida y de su obra. Y la seguiré admirando por siempre.
(*) F. Caraballo, ex Primer Secretario del PC de Colombia (m-l) y Comandante del EPL. Ha pasado 18 años en las mazmorras colombianas. Sus valientes y lúcidas declaraciones ante el tribunal que lo juzgaba son un ejemplo de dignidad y coraje revolucionario. Entre otras afirmaciones, decía: «Soy un rebelde consciente, revolucionario consecuente y comunista convencido.»
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Por Elena Ódena*
Una de las tareas en el frente ideológico planteada hoy en el seno del Partido es la lucha contra el liberalismo.
Por definición, el liberalismo rechaza la lucha ideológica y trata de justificar y cubrir los fallos, errores, modos incorrectos de actuar, buscando siempre justificaciones de carácter secundario o echando la culpa a causas externas, cuando no lejanas. Algunos camaradas responsables se hacen cómplices del liberalismo pensando que si dejan pasar las cosas actúan como personas comprensivas, bien intencionadas y deseosas de que prevalezca la paz y la tranquilidad entre los camaradas.
En ciertos casos el liberalismo se debe a la falta de conocimiento de algunos camaradas con poca experiencia de lo que es en verdad la disciplina y la responsabilidad partidarias, y las nefastas consecuencias que acarrea para todo el Partido y para ellos mismos el adoptar una actitud liberal, pequeño burguesa hacia las tareas, las responsabilidades y la marcha en general de toda su actividad y la de los camaradas que les rodean. En otros y ello es más grave cuando se da en camaradas responsables y maduros, se trata de una desviación ideológica que corroe y mina la disciplina partidaria, convierte a los mejores militantes en irresponsables e incapaces ante sus tareas y ante los problemas planteados en cada fase de su ejecución, siembra la apatía y no permite a la organización afectada por el liberalismo, cumplir debidamente las tareas del Partido.
El liberalismo en las filas del Partido se suele manifestar, por lo general, en no criticar a un camarada cuando éste no han cumplido con sus tareas o lo ha hecho de manera insatisfactoria, a medias; cuando un camarada responsable acepta cualquier excusa superficial para justificarlo; en desobedecer las orientaciones e instrucciones de los órganos de dirección y colocar las opiniones personales en primer plano; en no indignarse o preocuparse cuando se cumplen mal, o no se cumplen por negligencia, las tareas del Partido; en no adoptar las medidas prácticas, concretas, para la ejecución o el control de las tareas planteadas y dejarlo “ a ver si salen o no salen”, por menospreciar la importancia de los detalles concretos y descuidar la minuciosidad y la mayor exactitud en todos los terrenos de la acción partidaria.
Se dan casos de camaradas y organizaciones que consideran normal no cotizar, ni recoger y entregar regularmente las cotizaciones, o el cotizar una cantidad irrisoria; de camaradas que no acuden a las citas fijadas, que encuentran justificaciones para adoptar un estilo de trabajo irresponsable y un método que coincide exclusivamente con sus inclinaciones personales, sin tener en cuenta el ritmo y las necesidades de las tareas y la política del Partido en cada momento de la lucha.
En el terreno político, el liberalismo se manifiesta cuando se escuchan posiciones o ideas incorrectas dentro y fuera del Partido y no se refutan o aclaran y cuando se hace más caso de chismes y opiniones externas al Partido que la propia política y opiniones del Partido sobre tal o cual problema o camarada.
En realidad y en todos los terrenos, el liberalismo es una manifestación de oportunismo que si bien es grave a nivel de un simple militante, lo es mucho más cuando se da en cuadros responsables.
El arma fundamental para combatir el liberalismo es la lucha ideológica y la disciplina, el aplicar un método y un estilo marxista-leninista en el análisis de los problemas, en la ejecución de las tareas, en la vida partidaria…
Aquellas organizaciones y militantes que descubran que el liberalismo se ha infiltrado entre ellos, deben proponerse desde este mismo momento, el iniciar una sincera y firme campaña de rectificación de los métodos erróneos contra el liberalismo y contra todas sus manifestaciones.
(*) Publicado con el pseudónimo M. Palencia, en el nº 96 de Vanguardia Obrera (diciembre de 1974). Fue el primero de una serie de artículos dedicada al mismo tema.
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Por Efrén H. | Noviembre de 2013
Es frecuente escuchar que ninguna persona es imprescindible o insustituible. Como norma general ese principio es correcto, pero hay casos en que la desaparición de determinados hombres y mujeres, debido a sus excepcionales cualidades, deja un inmenso vacío difícil de llenar. Es el caso de Elena Ódena, fundadora, junto a Raúl Marco, del Partido Comunista de España (marxista-leninista).
Mujer comprometida desde muy joven con la lucha de la clase obrera, dedicó su vida a la causa del comunismo, defendiendo siempre los principios del marxismo-leninismo. Militante del PCE, combatió con firmeza las desviaciones revisionistas y las mentiras de Jruschov respecto a Stalin. Es por ello que el gran historiador Pierre Vilar destacó «la fidelidad de Elena a los tres pensadores, a los tres creadores revolucionarios, a Marx que previó la revolución, Lenin que hizo la revolución, Stalin que construyó la revolución y la salvó, ganando la guerra contra los fascismos.» Y cuando el Partido de José Díaz fue víctima de la traición de Santiago Carrillo, Elena, junto con un grupo de camaradas, levantó una nueva organización, el PCE (m-l), que combatió denodadamente contra la dictadura franquista y denunció la nefasta política de Carrillo y su claudicación ante la burguesía.
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