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La epidemia del Covid-19 está haciendo saltar las costuras de nuestro sistema. Más de diez años después de la crisis financiera, que supuso el desmantelamiento de buena parte del “estado del bienestar”, vemos ahora claramente las consecuencias que las políticas de la mal llamada austeridad han supuesto para los derechos más básicos de la clase trabajadora: una sanidad pública con insuficientes recursos personales y materiales. El caso de Ávila es paradigmático hasta el punto de tener que enviarse con urgencia mascarillas a los hospitales ante la ausencia, ayer, de las mismas, además de otros materiales como guantes, batas y, en general, EPIs, a pesar de que la epidemia apenas ha rozado la provincia.

La llegada del virus COVID19 a Europa hace apenas unas semanas y su rápida extensión hasta alcanzar datos realmente preocupantes en Italia y España ha venido a corroborar, una vez más, que el capitalismo es un gigante con pies de barro.

Han bastado unas pocas décadas de estabilidad sanitaria en Europa occidental (creada gracias al modelo sanitario público instaurado tras la II Guerra Mundial ante el temor que el modelo soviético producía en la burguesía europea) para que el capitalismo haya fijado sus codiciosos ojos en la estructura sanitaria, aspirando (y en muchos casos consiguiendo en parte) convertir un servicio básico para la población en una fuente de ganancias a costa de los ya menguados salarios de la clase obrera. En este sentido, no podemos dejar de señalar a los gobiernos del capital (PSOE y PP), que, en España, llevan décadas destruyendo el conjunto de conquistas sociales que la clase obrera fue ganando durante siglos de sangre y sudor para garantizarse unas condiciones dignas de vida y de trabajo.

JCE (m-l) Castilla-León

La opresión de la mujer es un hecho, y su emancipación, una necesidad. Sin embargo, considerar estas cuestiones en abstracto, sin relacionarlas con su contexto histórico y social, es una receta para el error.

La noción de patriarcado como se la suele entender hoy peca de ese aislamiento. Aunque es útil para ubicar y pensar la injusta subordinación de la mujer, se tiende a entender el patriarcado como un sistema independiente que "intersecciona" por casualidad con el capitalismo.

Toda sociedad se basa en la producción, ya que toda sociedad necesita consumir ciertos productos. Para la producción, a su vez, se necesita fuerza de trabajo, y esta solo se encuentra en los trabajadores.

Tras semanas de discretas negociaciones, y en medio del griterío de la derecha franquista y las advertencias apocalípticas de los medios de comunicación afines, finalmente Pedro Sánchez ha culminado el proceso que lo convierte en el primer presidente de un gobierno de coalición bajo el régimen del 78.

Es de destacar, sin duda, la intensa campaña mediática emprendida por PP, Vox y C’s, de resabios claramente ultras –fascistas– por su carácter agresivo, catastrofista y grotescamente embustero, y que ha contado con el respaldo de patronal, Iglesia y sectores relacionados con el Ejército. No solo se ha exagerado hasta la caricatura las intenciones de los partidos firmantes del pacto, sino que se ha llegado a mentir descaradamente incluso sobre las carteras atribuidas a «los comunistas» y su verdadera significación.

Se acaban de celebrar las cuartas Elecciones Generales en cuatro años. El verdadero objetivo del bloque dominante en estas elecciones era el de reforzar el bipartidismo que hasta ahora se ha turnado en el control de las instituciones del régimen. A la vista del resultado, hay que poner en duda que lo haya conseguido.

La mayoría de los analistas coinciden en señalar que no cabe esperar un Gobierno estable. Nada ha quedado resuelto; sea cual sea el nuevo gobierno, se constituya con un acuerdo entre socioliberales (PSOE) y reformistas (Unidas Podemos y otros) o mediante pacto entre PSOE y PP como parece desear Sánchez, probablemente no llegue a terminar la legislatura. Como señalaba el diario El País, «Sánchez gana pero la formación de Gobierno se complica aún más».

Qué les queda a las clases populares, más allá de la reivindicación activa, sino contemplar con rabia la sinvergonzonería con la que se hacen pasar desde hace casi 40 años en nuestra región los Premios Príncipe de Asturias, renombrados Princesa en 2014 en un afán de perpetuar con naturalidad la monarquía hereditaria.

Cualquiera diría que a la familia real le vino al pelo que en la Constitución de 1978 se reestableciera a Asturias como un Principado. Qué gloriosa oportunidad para “consolidar los vínculos existentes entre el Principado y el Príncipe”, como expresaba el periodista Graciano García, principal impulsor en los 80 de la Fundación Príncipe.

Cuán grande es la hipocresía de una monarquía continuista y heredera del franquismo, que transformó el Siglo de Plata de la cultura española en el denominado “páramo cultural”, al pretender entregar galardones a la concordia o a la comunicación y humanidades.

La sentencia del Tribunal Supremo, que condena a largas penas de prisión a los líderes independentistas catalanes, refleja el carácter represivo del régimen monárquico. Por más que el presidente del gobierno en funciones se empeñe en difundir la idea de que España es un ejemplo de Estado de derecho en el que impera la igualdad ante la ley y la independencia del sistema judicial, lo cierto es que la decisión del Tribunal Supremo es claramente política. Las argumentaciones jurídicas solo intentan enmascarar un hecho evidente: lo que se condena, lo que se reprime, es el ejercicio de un derecho democrático, el de autodeterminación, recogido en numerosos documentos de las Naciones Unidas.

Esta sentencia, que tendrá consecuencias políticas de largo alcance al abrir una profunda fractura con Cataluña, supone un salto cualitativo en la progresiva degradación y limitación de los derechos civiles y las libertades democráticas en nuestro país. España no es una democracia. Existe un artificio parlamentario, una fachada aparentemente democrática tras la que se esconde un poder oligárquico que gobierna al margen y en contra de los intereses populares.  La monarquía, heredera del franquismo, no es más que la clave de bóveda de un sistema corrupto que se gestó en los años de la mal llamada Transición democrática.

 

El régimen vuelve a mostrar que es incompatible con las aspiraciones de las clases populares

De nuevo, elecciones. Tras casi cinco meses de espectáculo, brindis al sol, exabruptos y juegos de trileros, se les dice a los pueblos de España que reconsideren su voto y vuelvan a creer en el sistema si quieren resolver unos problemas a cuyas soluciones, por cierto, se les dedica mucho menos espacio que a las ocurrencias de los «líderes políticos» en las redes sociales.

En marzo, nuestro Comité Central, además de comprometerse pidiendo el voto contra la derecha, en lugar de la abstención, para parar al fascismo, advertía que las elecciones no iban a rectificar la tendencia de agresiones a los trabajadores, ya que no era de esperar que el PSOE las revirtiera y, en especial, porque la izquierda se presentaba a ellas «dividida y sin una alternativa global al régimen». A lo sumo, se trataba de ganar tiempo, a condición de que el pueblo trabajador lo aprovechara para organizarse en la defensa de sus intereses. Ni el voto, decíamos, es lo determinante en esta pelea, ni el parlamentarismo burgués es el espacio que lleve a la victoria de nuestra clase.

Ha fallecido hace unos días el camarada Tufail Abbas, presidente del Pakistan Mazdur Mahaz (Frente de los Obreros de Pakistán) y legendario dirigente comunista de Pakistán. Nació en 1928 y, hasta su muerte este año, fue un comunista de pro: luchó sin descanso por organizar a los trabajadores en las filas del marxismo-leninismo, por la revolución proletaria y la independencia de su país. Fue uno de los primeros miembros del Partido Comunista de Pakistán y adquirió renombre en su país por liderar la huelga de trabajadores aéreos de 1954.

Al Partido hermano, a su pueblo y a los trabajadores de Pakistán, hacemos llegar nuestro más sentido pésame y solidaridad con su lucha, que el camarada Abbas pedía continuar hasta la victoria.

Honor al camarada Abbas.

¡Viva el marxismo Leninismo! ¡Viva el internacionalismo proletario!!

Partido Comunista de España (marxista-leninista)

El pasado sábado, 20 de julio, las fuerzas de “seguridad” marroquíes reprimieron, incluso con la utilización de armas de fuego, a la población civil de los territorios ocupados del Sahara Occidental durante la celebración de la victoria de Argelia de la Copa de África de fútbol. Consecuencia de ello fue la muerte de la joven saharaui Sabah Azman y diez heridos.

Condenamos vehementemente dicho asesinato y la represión, al tiempo que enviamos nuestras condolencias a la familia de Sabah, a sus amigos y al conjunto del pueblo saharaui y su RASD.

Condenamos, también, la campaña de detenciones, iniciada por el Estado de Marruecos con aquel pretexto, contra los jóvenes que participaron en dicha celebración así como su continua violación de los derechos humanos y democráticos más básicos de la población saharaui en las ciudades del Sáhara Occidental.

Hemos recibido con gran pesar la noticia del fallecimiento del camarada Riza Saygili, nuestro querido Osman, tras una larga enfermedad. Para los comunistas del PCE (m-l), Osman era un camarada especialmente querido: no sólo tuvimos una estrecha relación desde los años setenta, sino que fue también uno de los primeros en ayudarnos en la tarea de reconstrucción del partido después del golpe traidor de los liquidadores.

Su simpatía y calor sirvió de gran ayuda en aquellas duras circunstancias. Siempre le sentimos cercano y plenamente comprometido con el internacionalismo proletario.

Para todos nosotros ha sido una gran pérdida.

El Comité Central del PCE (m-l)  quiere trasladar la solidaridad de todo el Partido en tan duros momentos a su compañera, a sus hijos y a todos los militantes de nuestro partido hermano turco, el EMEP.

Comité Central del PCE (m-l).

Las elecciones municipales, autonómicas y europeas del domingo 26 de mayo, han puesto punto y final a un larguísimo proceso electoral que a grandes líneas viene a significar el refuerzo, al menos temporal y limitado, del socioliberalismo representado por el PSOE de Sánchez, la división en la derecha y su giro hacia posiciones abiertamente fascistas, y la derrota sin paliativos (precisamente en el ámbito municipal que vio su florecer hace cuatro años) de quienes, en el campo popular, se presentaron como nueva corriente al margen de ideologías y políticas de clase, con el afán de canalizar la pelea política entonces en alza hacia el terreno institucional.

Si algo resalta en estas elecciones es el incremento de la abstención, que ha sido superior al 34%, un 10,5% más que en las pasadas Generales del 28 de abril. Además, en general, la abstención ha sido mayor en los barrios populares de las grandes ciudades. Nuestra clase, y en particular los sectores de ella más golpeados por el capital que se movilizaron el pasado 28 de abril contra el peligro de la derecha fascista, han vuelto la espalda a los “ayuntamientos del cambio”, que, en lo fundamental, nada habían cambiado en su vida diaria.

Manifiesto conjunto del PCE (m-l), Corriente Roja, Unión Proletaria, PCPE e Iniciativa Comunista

[Descarga el manifiesto en PDF para leerlo completo]

El mito de la Unión Europea (UE) como símbolo del capitalismo bueno, de rostro humano y del Estado del Bienestar ha sido uno de los instrumentos fundamentales para la domesticación del movimiento obrero en el Estado español.

Hoy, ante unas nuevas elecciones europeas, ninguna de las fuerzas políticas con representación parlamentaria habla de lo que ha supuesto, y supone, la pertenencia a tan selecto club, a pesar de que en los anteriores comicios, tanto IU como Podemos denunciaban el Pago de la Deuda y el sometimiento a las estructuras de la UE.

Tres años antes (en 2011) un gobierno del PSOE impulsó la reforma del artículo 135 que sometía al Banco Central Europeo (BCE) y al Comisión Europea (CE) los presupuestos de todas las administraciones públicas por “recomendación” de la Comisión Europea. Esta reforma exprés conllevó brutales recortes del gasto público, de las pensiones y las enésimas contrarreformas laborales. Ahora todo eso se ha olvidado.

Este 1 de mayo se celebra en una coyuntura muy dura para nuestra clase. A pesar de la constante propaganda sobre la salida de la crisis, la situación de los trabajadores españoles es hoy peor que en 2.008 cuando comenzó ésta. La tasa de paro a finales del año pasado llegaba al 14,145% y el empleo temporal superaba el 27%. Estos datos son aún más alarmantes entre los sectores más desprotegidos de nuestra clase: jóvenes, mujeres., inmigrantes y mayores de 50 años, condenados a una constante rotación entre paro y empleo mal pagado y sin derechos; y en Comunidades como Andalucía y Extremadura, en las que el paro supera el 20%.

Cada vez más trabajadores sufren un aumento brutal de la explotación en su empresa, en sectores desregulados, con insuficiente protección legal frente al patrón y sin protección sindical; otros muchos figuran como autónomos cuando en realidad trabajan asalariados en condiciones de semi-esclavitud al servicio de plataformas digitales de intermediación con jornadas de 10 y más horas diarias y salarios de miseria; otros miles trabajan en tareas de asistencia en el hogar la mayoría de las veces para grandes empresas que monopolizan la prestación de servicios públicos, o son esclavizados en cadenas de subcontratación que sirven a grandes empresas, con condiciones de trabajo miserables.

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Que el sistema capitalista está en crisis y se encamina aceleradamente a un enfrentamiento abierto entre las grandes potencias por el reparto del mundo, no es algo que digamos con insistencia solo nosotros. En la 55ª Cumbre de Seguridad celebrada en Munich, el pasado mes de febrero, la propia anfitriona, frau Merkel, declaraba: “vemos que la arquitectura que apuntala al mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos”. Mucho más claro fue el director de la Conferencia, herr Wolfgang Ischinger: El mundo no solo asiste a una serie de crisis grandes y pequeñas. Hay un problema mayor: la recolocación de las piezas clave del orden internacional. Se ha abierto una nueva era de competición por el poder entre EEUU, China y Rusia, acompañada de un cierto vacío de poder”. El político alemán recurrió a una cita del dirigente comunista Gramsci para explicar la situación: “La crisis consiste en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no es capaz de nacer. Lo que resulta en el interregno es una enorme variedad de síntomas mórbidos”.

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No cabe duda que el desarrollo de la situación política en nuestro país va a verse fuertemente condicionado por el nuevo ciclo electoral, que va a transcurrir en circunstancias muy distintas de las de 2014-2015. Dada la situación de creciente competencia interimperialista, y en medio de una coyuntura económica que se agrava, la oligarquía va a poner en juego todos sus instrumentos para sostener -y endurecer cuanto sea necesario- el régimen político, con el fin de hacer frente a sus necesidades de reestructuración económica en las condiciones más favorables a sus intereses. Y esos instrumentos, qué duda cabe, incluyen formas y medidas que en poco o nada se diferencian del fascismo.

En esta tesitura, los datos indican que son los barrios más humildes los que menos participan en política, mostrando con toda crudeza que la clase obrera no se ve representada por el juego parlamentario de unos partidos que, por lo que respecta a la izquierda institucional, hace mucho que dejaron de interesarse por sus problemas y anhelos. En efecto, cuarenta años de blanda sumisión de tales partidos a los dictados del capital, como «leal oposición» y puntal izquierdo del régimen monárquico, cuyas riendas jamás soltaron los grupos que habían constituido el bloque de poder bajo el franquismo; cuarenta años bajo el predominio de las ilusiones y prejuicios pequeñoburgueses, han conducido a la descomposición política, ideológica y organizativa de la izquierda. Un proceso que, finalmente, ha abierto la puerta al fascismo tras dejar a nuestra clase sin los instrumentos necesarios para enfrentarse a él.

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Se acaba de reunir el Pleno Ampliado del Comité Central del PCE (m-l) para definir el trabajo político de los próximos meses y dar inicio al proceso de debate que conducirá a la celebración de nuestro IX Congreso (el cuarto desde la reconstrucción del Partido).

El período que se abre ante nosotros está marcado por la crudeza de unos indicadores económicos que anuncian una nueva crisis, sin que se haya superado todavía la de 2008. Una crisis que se prevé más grave, por cuanto las economías capitalistas no disponen ya de los instrumentos con los que la ortodoxia burguesa permite encarar la recesión, dada la enormidad de la deuda global, los ya bajísimos intereses y las dificultades que atraviesa la gran banca europea.

¡Organizadas cambiamos el mundo!

El día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el Movimiento de mujeres 8M convoca una huelga general que apoyamos y secundamos… una huelga laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo.

Corren tiempos difíciles: jubilación a los 67 años, millones de personas en paro, una reforma laboral que abarata los salarios y los despidos, recortes sociales que han profundizado la división sexual del trabajo, condenándonos a la discriminación laboral, trabajos precarios, peor pagados, no remunerados, invisibles e ilegales… “Hay una crisis económica y nos tenemos que acostumbrar”, nos dicen. Pero  lo que está en crisis es un modelo económico y social insostenible que mata las personas y el planeta.

Pienso en España, vendida toda de río a río, de monte a monte, de mar a mar (Antonio Machado, Meditación del día).

Vivimos momentos políticos muy agitados, en los que las tendencias de las diversas clases sociales se expresan con la máxima contundencia, produciendo rápidos cambios en las alianzas y una mayor crudeza en la definición de los objetivos. Esto afecta de manera más profunda a la pequeña y media burguesía, cada vez más enfrentada a un sistema que limita seriamente su desarrollo, y temerosa al tiempo de poner en cuestión la estructura económica y política que hasta ahora le ha dado sustento.

Nines Maestro y sus compañeras van a ser juzgadas por la Audiencia Nacional, bajo la acusación de financiar al terrorismo. Nines Maestro abrió una cuenta pública y legal, destinada a recibir la ayuda para los palestinos reprimidos y asesinados por el gobierno de Israel, es decir, un gobierno nazisionista que ocupa ilegalmente Palestina, y que va arrinconando al pueblo al que poco a poco va aniquilando.

Manipulan y tergiversan vergonzosamente: los terroristas no somos los que nos solidarizamos con la resistencia palestina, sino los que apoyan moral y materialmente las canalladas del gobierno sionista. Un gobierno que lleva a cabo matanzas de las que no se libran ni siquiera los niños; un gobierno que viola constantemente las resoluciones de la ONU y las más elementales normas humanas.

Ante la entrada de Vox al Parlamento de Andalucía

El resultado de las elecciones andaluzas parece haber sorprendido a la mayoría de analistas y fuerzas políticas. Se ha recurrido para explicarlo incluso a todo tipo de teorías, incluidas las conspirativas, como  la intervención del gurú yanqui Steve Bannon en apoyo de la derecha franquista de Vox. Sin embargo, lo que pasó ayer en Andalucía no es sino una prueba más (y van muchas) de que la degradación del régimen continuista sigue su curso acelerado.

Ya no es capaz de hacer frente a los gravísimos problemas económicos, sociales y políticos que sufren las clases populares, lo que está forzando a una radicalización de la lucha de clases y de su expresión política. Esta radicalización, de momento únicamente tiene su expresión electoral en el campo de la derecha, en el que ha hecho su aparición una alternativa (Vox) que bajo presupuestos reaccionarios no elude críticas al statu quo actual y reclama sin complejos la ruptura del “pacto constitucional” eliminando las limitadas concesiones que en su día hicieron los franquistas a los social-liberales y los revisionistas eurocomunistas, a cambio de dejar intactos los principales pilares del “tardofranquismo”.

Los días 17 y 18 de noviembre se ha celebrado en Madrid la Conferencia del Movimiento Obrero y Sindical del PCE (m-l). A lo largo de las últimas semanas se ha venido debatiendo en las diversas organizaciones del Partido y de la Juventud el Informe Presentado por el Comité Central que ha servido de base a los trabajos de la Conferencia.

Tras rebatir algunas de las principales desviaciones teóricas propagadas por la burguesía, que vienen a negar el papel político del proletariado y la lucha de clases para, a renglón seguido, remarcar la propia necesidad de organizaciones independientes que agrupen a los trabajadores en la lucha por sus derechos inmediatos en la perspectiva de una pelea general por la superación revolucionaria del capitalismo, el informe plantea el papel trascendental de la organización sindical como primer estadio del combate de los trabajadores por sus derechos sociales y laborales, que contribuye a su organización y disciplina entrenando a nuestra clase para tareas más elevadas de la lucha política por su emancipación.