Filosofía

 

En los siglos II y IV de nuestra era, China se halla inmersa en una profunda crisis. Irrumpen los hunos y otras tribus bárbaras y hasta finales del siglo VI está ocupada por los conquistadores toda la parte septentrional del país. Es diezmada una parte considerable de la población, cunde la decadencia económica.

La nobleza manifiesta plena incapacidad a la hora de solucionar los problemas sociales. Así, la teología confuciana, que había sido la ideología predominante en el período dinástico de los Han (del siglo II a.e hasta el II de nuestra era), deja de tener un peso esencial en la vida espiritual del país. Florece el misticismo religioso de la secta tao y el budismo, aparecen filósofos que desmedulan del contenido materialista la doctrina tao y la adaptan a las necesidades de la religión. El taoísmo alcanza coloración mística y semejanza con el budismo, que llega de la India antes los inicios de nuestra era. Los budistas propagan ideas de carácter filosófico-teológico: el ser es cosa ilusoria y el no ser, la verdad; el alma es inmortal y se reencarna; el perfeccionamiento de la autoconciencia es el camino de la paz espiritual eterna.

 

Genial poeta y filósofo romano. En su obra «Sobre la naturaleza de las cosas» Lucrecio expone en forma poética la filosofía del materialismo atomista. En plena conformidad con los filósofos griegos Demócrito y Epicuro (a quien dedica los mayores elogios y distinciones en su obra), proclama los principios fundamentales del materialismo: en el mundo no hay nada fuera de la materia eternamente existente, compuesta de pequeñas e indivisibles partículas: los átomos. Lucrecio refuta la teoría de los idealistas y de los sacerdotes, sobre la creación del mundo por Dios. “Nada nace nunca de la nada por voluntad de los dioses”, dijo. Toda la variedad de las cosas en el mundo, según la doctrina de Lucrecio, se reduce a la múltiple variedad de la concatenación de las partículas de la materia, los átomos. La destrucción de las cosas consiste en la dispersión de los átomos. Ni un solo átomo puede ser destruido. La condición fundamental de la formación de las cosas de la Naturaleza, a juicio de Lucrecio, es la presencia del vacío.

 

«Cuanto existe es el resultado de desplazamientos y choques de átomos»

Célebre materialista y ateo de la época helenística, propagandista de ideas avanzadas. Epicuro negaba la intervención de los dioses en los asuntos del mundo y tomaba por punto de partida la eternidad de la materia dotada de movimiento interno. Nació probablemente en Atenas. Su padre fue gramático, su madre maga; ambos eran pobres. Epicuro se envanece de haber filosofado a partir de sus doce o catorce años. Declara no haber tenido nunca maestro de filosofía; pero, como mínimo, tomó parte de la suya de las obras de los filósofos anteriores, sobre todo de Demócrito. Después de una juventud bastante agitada, fijó su residencia a la edad de treinta y seis años en Atenas, y abrió escuela de filosofía, que dirigió hasta su muerte. Enseñaba en los jardines, en donde se reunían en gran número sus discípulos, mejor diríamos sus amigos, pues la amistad de los epicúreos entre sí y la que tenían con su maestro llegó a ser célebre. Este «héroe» disfrazado de mujer, según las palabras de Séneca, soportó valerosamente y vanagloriándose de gozar una perfecta felicidad, una cruel enfermedad que produjo su muerte. (Diógenes Laercio, X,2-3-4).

 

Nació en Abdera (Tracia) en 460 a. C. y fue discípulo de magos y caldeos. El padre de Demócrito era tan rico que hospedó en su casa y obsequió a Jerjes a su regreso de la expedición contra los griegos. Suponen algunos que para premiar su hospitalidad el rey de Persia le dejó algunos magos para que sirvieran de maestros a su hijo Demócrito. De ellos aprendió teología y astronomía. Más tarde conoció a Leucipo y según algunos también a Anaxágoras (Diógenes Laercio, IX, 34-51). Aplicó su teoría a la psicología, la fisiología, la teoría del conocimiento (epistemología), la ética y la política y presentó así el primer planteamiento amplio del materialismo determinista que afirma que todos los aspectos de la existencia están determinados por leyes físicas.

De Demócrito, Timón decía con admiración: «Tal es el sabio Demócrito, el defensor del discurso, disputante astuto e inteligente, entre los mejores que yo jamás haya estudiado.» Su concepción de la naturaleza fue materialista de un modo absoluto y explicó todos los fenómenos naturales en términos de número, forma y tamaño de los átomos y redujo las cualidades sensoriales de las cosas (como color, frío, gusto y olor) a las diferencias cuantitativas sensoriales de los átomos.

 

Heráclito de Éfeso (544 a 484 a.n.e). “El mundo, dice en conclusión Heráclito, no lo ha hecho ni un Dios ni un hombre, sino que ha sido, es y será…

En los fragmentos de su obra Sobre la Naturaleza llegados hasta nosotros hay «una excelente definición de los principios del materialismo dialéctico» (Lenin). Por su método y manera de abordar los fenómenos de la naturaleza, Heráclito es el filósofo más grande de la Antigüedad.

Los filósofos jónicos buscaron sobre todo la sustancia inmutable de las cosas, tierra, agua, aire, materia indefinida. Entre lo que se transforma, se esforzaron por descubrir lo que es, o, para valernos de sus fórmulas, entre lo que se transforma, buscaban el ser. Heráclito condujo su pensamiento hacia una nueva dirección.

El concepto de Heráclito con frecuencia ha aparecido en la historia, y reproducido en gran parte por Hegel y la escuela inglesa. Heráclito parecía predecir el porvenir reservado a sus doctrinas, cuando decía de sí mismo: «Soy como las sibilas, que hablan por inspiración, sin sonreír jamás, sin ornato, sin calor; y el eco de su voz reproduce las verdades divinas que repercuten en los siglos

Desgraciadamente, como fuentes para la historia del materialismo indio no contamos más que con las referencias a su sistema en la crítica de sus adversarios filosóficos y religiosos, los diversos sistemas de la ortodoxia y heterodoxia hindú. De la obra básica o manual de la escuela materialista, el Brhaspatisūtra, sólo quedan algunos fragmentos reproducidos ocasionalmente. Ello dificulta notablemente la ‘reconstrucción’ de los rasgos de su pensamiento, ya que las diversas fuentes no suelen ofrecer un panorama desapasionado de las características que pretenden criticar en sus adversarios materialistas.

Las primeras referencias a rasgos constituyentes esenciales del materialismo indio, como por ejemplo la opinión de que la conciencia o pensamiento radica en el cuerpo como constituido por elementos materiales y no en un yo o alma extracorpórea, aparecen ya puestas en boca de los ‘ásuras’ o demonios en la Chāndogya Upanisad, VIII,8, o en la Maitrāyan a Upanisad, VII,9-10, donde el dios Brhaspati, en su función de preceptor, imparte tal doctrina a los demonios para confundirlos en su lucha permanente contra los dioses; de este modo los demonios «pasaron a considerar el bien como el mal y el mal como el bien», y en lo sucesivo fueron asimilados a demonios los secuaces de tal doctrina.

Tales de Mileto (hacia el año 600 a.n.e) se esforzó por reducirlo todo a un solo principio, y descubrir el elemento primitivo o sustancia del mundo. Los animales, decía, se alimentan de plantas, las plantas surgen de la tierra; pero la alimentación de todos los seres es húmeda, su semilla es húmeda, y la humedad es lo que conserva la vida; ahora bien, el agua es el principio de la humedad; y por lo tanto, el agua es el principio de todas las cosas. Vemos que el agua se convierte ya en gas, ya en vapor; ¿por qué no puede, pues, convertirse en tierra, en piedra, en vegetal, en animal? El agua no tiene forma propia: puede tomar todas las formas; por ejemplo, la de la vasija que la contenga. El agua es inestable y movediza; ahora bien, allí donde hay movimiento hay vida, existe un alma. El principio húmedo es, pues, el alma del mundo que se extiende a todo: es lo divino, y podemos decir que la inteligencia divina «recorre la onda con rapidez» (Aristóteles, Metafísica I, iii).

En los umbrales del primer milenio antes de nuestra Era, en la época de la desintegración de la comuna primitiva, aparecieron en China concepciones materialistas espontáneas. En los siglos VIII-V a.n.e. se difundió ya ampliamente la doctrina de los cinco elementos primigenios de la naturaleza. Los pensadores antiguos chinos enseñaban que las conexiones de las cinco “bases primarias” –el agua, el fuego, el metal, la madera y la tierra– crean toda la multiplicidad de los fenómenos y cosas. Existía también otro sistema de distinción de las “bases primarias” del mundo real. En el Libro de las transmutaciones (“Itszin”) se mencionan ya ocho de ellas, cuya interacción forma las diversas situaciones de la realidad. Al mismo tiempo, tenía lugar el establecimiento de los principios fundamentales de las doctrinas de las fuerzas opuestas e interconectadas –el yin y el yan–, cuya acción se consideraba como causa del movimiento y de la mutabilidad en la naturaleza. Eran símbolos de la luz y las tinieblas, de lo positivo y lo negativo, del principio masculino y el femenino en la naturaleza. En el período de los siglos V-III a.n.e., la filosofía antigua china sigue desarrollándose.

El materialismo es una de las dos principales tendencias en la filosofía, que da la única respuesta científica correcta al problema cardinal de la filosofía sobre la relación entre el ser y el pensar. El materialismo, por oposición al idealismo, reconoce la materia como lo primario, y la conciencia, el pensar, como lo secundario. La forma superior del materialismo es el materialismo filosófico marxista, que supera todos los defectos y debilidades de las anteriores doctrinas materialistas. El materialismo, en su evolución, se apoyó en la ciencia, particularmente en las ciencias naturales. Sus primeras doctrinas aparecen cuando nace la filosofía en las sociedades esclavistas de la India, China y Grecia antiguas, varios siglos antes de nuestra era, debido al progreso de los conocimientos científicos en astronomía, matemáticas y otras ciencias. A lo largo de toda la historia de la filosofía, el materialismo filosófico fue normalmente la concepción del mundo de las clases sociales de avanzada que luchaban por el progreso, interesadas en el desarrollo de las ciencias. El materialismo nació en las colonias jónicas de la Grecia Antigua a fines del siglo VII y principios del VI antes de nuestra era, en la época de la formación de las ciudades-estado, cuando se desarrollaban aceleradamente los oficios y el comercio. La concepción materialista del mundo de los primeros pensadores griegos antiguos está íntimamente relacionada con los primeros pasos de la ciencia.

Una introducción al estudio de las bases y los antecedentes filosóficos del marxismo-leninismo

«La principal tarea de nuestro Partido es asimilar las bases de la teoría marxista-leninista, porque sin tal preparación la actividad del Partido sería interrumpida, su camino se obscurecería y esto podría acarrear graves errores que costarían muy caro al Partido y al país».

(Enver Hoxha, Obras Completas, Tomo I)

«Si se hacía alguna pequeña cosa respecto al estudio del marxismo-leninismo, tendía únicamente a dar a conocer al miembro del partido algunas fórmulas áridas, sólo para que pudiera decir que se llamaba comunista, para que amara el comunismo de manera sentimental; pero de cómo se llegaría hasta ahí no sabía nada, porque no se lo habían enseñado

(Enver Hoxha, El imperialismo y la Revolución)

Bastarían las dos anteriores citas para, por una parte, plasmar la importancia y la imperiosa necesidad de que el estudio y la formación estén presentes a la hora de dotarse de unas herramientas teóricas para desenvolverse en las tareas de la militancia revolucionaria o de las luchas cotidianas, y para, por otra parte describir en negativo, cual si fueran profecías, la situación de la batalla ideológica a la que estamos abocados, en la que surgen desde los puntos más insospechados “nuevas” concepciones aberrantes, “novísimas” visiones del mundo que a las primeras de cambio descubren toda su antigüedad, que se intentan hacer colar como el reflejo moderno de un mundo que pese a ello se resiste a adaptarse a las “revolucionarias” alquimias practicadas en los departamentos sociales de universidades de reconocido prestigio.