IX Congreso

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Hace cinco años celebrábamos nuestro VIII Congreso. Entonces, el panorama internacional era bien distinto del actual: la crisis iniciada en 2008 parecía superada; en la primera gran potencia imperialista, Obama seguía siendo el presidente y pocos esperaban que su sucesor, Trump, fuera a empezar la guerra comercial que enfrenta desde hace meses a EEUU y China; apenas se atisbaban los problemas que hoy afectan al bloque europeo: el Brexit era una mera hipótesis lejana, lo mismo que la crisis en el corazón de la Europa capitalista: Alemania, Italia, Francia….

Los movimientos ciudadanistas, en sus distintas versiones igualmente reformistas, estaban en plena pujanza. Todavía hablaban de “revolución bolivariana” en América Latina y hacían su aparición con fuerza en Europa: en las elecciones de 2015, Syriza llegaba al Gobierno en Grecia; un año antes, en España, Podemos obtenía cinco eurodiputados en el Parlamento Europeo y se disponía a fagocitar a IU, imponiendo su hegemonía en el campo popular. Eran los días en los que los líderes de Podemos, con la soberbia que les caracteriza, hablaban de «tomar los cielos por asalto» y definían su opción como interclasista y “antipolítica”.

Los días 6, 7 y 8 de diciembre se ha celebrado en Madrid el IX Congreso del PCE (m-l). Desde su convocatoria se han venido celebrando reuniones de las distintas organizaciones para debatir los documentos presentados por la dirección de nuestro Partido que, una vez aprobados, serán la guía para el trabajo de todas las células y comités.

Como se señala en el Informe General presentado por el Comité Ejecutivo saliente y aprobado tras el debate por los delegados, a lo largo de los cinco años transcurridos desde la celebración de nuestro anterior Congreso los cambios en todos los órdenes, tanto en el plano nacional como en el internacional, se han sucedido a gran velocidad y el imperialismo ha exacerbado las contradicciones sociales hasta el extremo: una ínfima minoría oligárquica impone su dominio en todos los ámbitos, mientras paga sus crisis la mayoría social y con particular dureza el proletariado, que afronta una degradación sin precedentes de su situación económica y social.

IX Congreso del PCE (m-l)

Cada vez con mayor visibilidad, es perceptible, a escala global, el avance de las posiciones fascistas, tanto como el fracaso de las recetas socialdemócratas, reformistas y populistas, que niegan la necesidad de la revolución y el papel histórico del proletariado. Este proceso tiene también, desde luego, su expresión en nuestro país: la celebración de elecciones generales el pasado 10 de noviembre, por cuarta vez en cuatro años, es reflejo de ello. Y, una vez celebradas, va quedando claro que, como hemos señalado públicamente, lejos de resolverse los problemas del régimen, estos se han agudizado, polarizando y dispersando más aún el campo de la burguesía.

Sin que las graves consecuencias de la última crisis económica se hayan visto en absoluto resueltas para el proletariado y los pueblos, las perspectivas de una nueva contracción están llevando a una agudización de las contradicciones interimperialistas. La guerra comercial entre EEUU y China, y el aumento de las tensiones entre ambas potencias en todos los continentes, con el concurso asimismo de Rusia, hacen que no se pueda descartar ni siquiera una conflagración mundial. La creciente agresividad yanqui en América Latina, en particular, es una expresión particularmente clara de este incremento de las tensiones entre las distintas potencias por el control de los mercados y las materias primas, y supone también un agravamiento de la contradicción entre el imperialismo y los pueblos, que afecta en especial a países como Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia y Perú, y que está hallando una respuesta popular creciente en toda la región.

La mujer en España ha alcanzado a lo largo de los últimos 40 años una serie de conquistas y de derechos legales que la situación de crisis económica, social y política ha impedido que se hagan realidad. El avance del fascismo acrecienta el riesgo a la involución y a la pérdida de derechos conquistados.

El movimiento feminista debe poner en el centro de la lucha todo lo que tiene que ver con la reproducción, porque es su mejor arma para organizarse a partir de las cuestiones materiales de vida, ya que la lucha contra el capitalismo es una batalla que se despliega, fundamentalmente, en el terreno material, no en el psicológico, ni en el educativo, ni en el moral, aunque estos sean aspectos importantes.

La JCE (m-l) ha empezado a dar en estos últimos años pequeños pasos, que como los pasos del niño que comienza a andar han sido a veces inseguros, con errores, traspiés y torpeza, pero pasos necesarios para aprender a andar por uno mismo. Con la guía del Partido, hemos pasado de ser una Juventud golpeada y muy falta de militancia a, en el día de hoy, tener una organización que comienza a levantar la cabeza con orgullo y es el embrión de una verdadera organización fuerte y grande.

Somos conscientes de nuestra debilidad orgánica, de las carencias ideológicas, organizativas y de experiencia. Pero también somos conscientes de nuestra fuerza, que empieza a notarse, que comienza a ser fuerte especialmente en ciertos núcleos, y somos conscientes del potencial que muchos de nuestros jóvenes camaradas comienzan a mostrar. En conclusión, queremos afirmar que los objetivos que el anterior Congreso se planteó han sido cumplidos, y que nuestra organización ha dado un gran salto en cuanto al desarrollo, que, aunque desigual, es un hecho.

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