Comunicado del Comité Ejecutivo del PCE (m-l)

El resultado de las elecciones municipales y autonómicas de este 28 de mayo puede resumirse en unos pocos datos que muestran con crudeza el giro a la derecha en las instituciones y el papel que cada fuerza juega en el Estado liberal monárquico: el PP ha sido la fuerza más votada, con casi 800.000 votos más que el PSOE; Vox es el partido que más crece proporcionalmente; y la izquierda reformista que comparte gobierno con el socioliberalismo se hunde aún más, perdiendo toda representación en parlamentos o ayuntamientos tan importantes como los de Madrid y Valencia.

Ha quedado meridianamente claro algo en lo que venimos insistiendo desde hace tiempo: la izquierda institucional ha perdido todo el empuje electoral que ganó cuando surgió, en un contexto de movilización general que contribuyó activamente a agotar; y la práctica reformista de sus dirigentes ha traído como consecuencia un alejamiento cada vez mayor de la mayoría trabajadora respecto de la política.

La realidad es que cuando se suceden los golpes contra los intereses populares va quedando más en evidencia a qué intereses sirven las principales instituciones del estado monárquico: la derecha más radical y neofranquista se presenta cínicamente como “antisistema” e intenta empujar la historia hacia atrás, y es precisamente la izquierda institucional la que sale en defensa del régimen y sus “valores”, olvidando aquella consigna que cínicamente enarbolaban cuando las grandes movilizaciones de hace diez años: la lucha está en la calle, no en el Parlamento.

Para explicar las causas de esta derrota, quizá sea bueno tomar como ejemplo lo ocurrido los últimos meses en la Comunidad de Madrid, el feudo de un personaje, Isabel Díaz Ayuso, mediocre como política y como gestora y profundamente reaccionaria, que, sin embargo, ha reforzado su control de la Asamblea regional.

En Madrid, desde noviembre se han realizado dos grandes movilizaciones en defensa de la Sanidad Pública que reunieron a cerca de un millón de personas; unas movilizaciones que impulsaron el espíritu de lucha del pueblo madrileño en defensa de sus derechos y que los representantes de esa izquierda institucional y los dirigentes sindicales dejaron pasar, sin hacer nada: dejaron que se agotara la huelga de los médicos de Atención Primaria sin prestar ningún apoyo efectivo, sin mover un dedo para intentar unificar en la lucha al resto de trabajadores en defensa de los servicios públicos contra el gobierno regional; tampoco intentaron cambiar, desde el gobierno que compartían con el PSOE, las leyes estatales que permiten al PP y otras fuerzas reaccionarias privatizar a marchas forzadas servicios tan esenciales como la sanidad y la educación. En definitiva: regalaron la iniciativa a un gobierno, el de Ayuso, que era contestado abiertamente en las calles. Así lo han venido haciendo en todas partes, desviando la pelea de la calle a las instituciones, ahogando el impulso popular, apropiándose de la iniciativa de las masas para agotarla en discusiones estériles en instituciones como la Asamblea de Madrid o las mesas de “diálogo” con la patronal, cuyo control lo acapara la derecha más reaccionaria: las fuerzas que hablan de democracia y de patria y la pisotean y venden todos los días.

El pago de su aliado, Pedro Sánchez, ha llegado con la convocatoria de Elecciones Generales para el próximo 23 de julio; algo que, en la práctica, supone el certificado de defunción para los intentos de levantar una nueva fachada para seguir su política de negociar y negociar, “sin ruido”, defendiendo la “paz social” para supuestamente avanzar en derechos frente a la minoría antisocial y antidemocrática que controla los resortes del Estado...  

Lo que hagan los dirigentes de la izquierda institucional en el Gobierno probablemente sea lo menos importante por ser lo más previsible: mantener su apuesta por sostener un régimen en el que ya no confía nadie. Es más que posible que la lectura de los líderes de la izquierda institucional se limite (ya lo han hecho otras veces) a cargar las culpas de su derrota en los votantes, en los trabajadores, en las clases populares, que no han sabido entender lo que se juegan. El cesarismo de sus dirigentes, el desprecio hacia la acción organizada de la mayoría trabajadora, les ha separado por completo de ésta y la consecuencia está a la vista. De hecho, al margen de la derecha (particularmente de la extrema derecha de Vox, que, como decimos, ha aumentado notablemente su presencia en las instituciones municipales y autonómicas), son precisamente las fuerzas nacionalistas, que de una u otra forma son percibidas como contrarias al estado de cosas actual, las que han mantenido o reforzado claramente su presencia  en las elecciones. 

Más importante va a ser qué consecuencias sacan de esta derrota las organizaciones que venían (veníamos) denunciando el reformismo: la gente y las fuerzas que ya han dado la espalda a una forma de hacer política que solo sirve para apuntalar la podredumbre del régimen; quienes ya resumen la actitud que se necesita en una consigna que se ha hecho popular: “Gobierne quien gobierne, los derechos de la mayoría se defienden”.

Y es que, con todo, las elecciones no representan el verdadero estado de cosas en la política nacional; no agotan las expectativas de lucha y resistencia frente a la catástrofe permanente que viven las clases populares. ¿Qué hacer a partir de ahora? Esa es la principal pregunta que debemos hacernos para actuar en consecuencia.

El nuevo marco político que surge de esta jornada electoral refuerza algo evidente para todos, menos para quienes se empeñan en ver el mundo con las anteojeras de sus prejuicios sectarios: nuestra clase, nuestro pueblo, necesita unidad. No una unidad construida a escondidas, en los despachos, con pactos y componendas entre dirigentes; sino una unidad real, en la calle, en la lucha.

Sin una estructura organizativa real y efectiva en los barrios que permita aunar el empuje colectivo, sin la firmeza de los sindicatos en las empresas, en definitiva, sin la fuerza de la mayoría agrupada y organizada en un común esfuerzo por objetivos políticos que vayan más allá del “trantrán” de las instituciones y del ruido de las moquetas de palacio, solo queda que las urnas confirmen lo que nos dice todos los días la vida: la izquierda, las organizaciones políticas, están al margen de la gente, no hacen nada por articular la lucha; se limitan a ofrecerse en el mercado electoral como buenos gestores: algo que la práctica también ha demostrado falso, porque el miedo político, la complicidad con lo existente, nunca ha servido para avanzar, nunca ha servido para movilizar al único factor que puede cambiar de verdad las cosas: la acción unida de la mayoría social, dirigida con claridad y firmeza contra el enemigo común.

Sigan los representantes de esas fuerzas empeñados en su juego de tronos entre dirigentes que afirman Sumar, cuando únicamente pretenden dividir entre ellos los puestos en las listas electorales. Y sumemos nosotros de verdad el más contundente frente popular en torno a una propuesta que suponga zanjar cuentas de una vez con el pasado: sin acabar con las leyes que lo permiten, no se va a poner fin a la privatización de los servicios públicos; sin poner coto a la actividad de una minoría de oligarcas financieros que refuerzan sus chequeras a cuenta del dinero de todos y hacen de nuestras necesidades más elementales (vivienda, trabajo, educación, sanidad, etc.) su negocio particular;  sin controlar a un puñado de instituciones que dictan realmente la política de este país; sin romper en definitiva con el régimen monárquico, no hay posibilidad de avance en democracia y derechos y en la solución de los principales problemas del país. Y el resultado de estas elecciones, como de las próximas generales, no cambiará en nada esta verdad.

La conclusión práctica de esta nueva derrota nos implica a todos: Dar pasos en la construcción de la unidad popular para defender nuestros derechos; romper la paz social con quienes los amenazan y dirigir con firmeza la lucha contra la reacción y el fascismo rampante.

¡Trabajadores, pueblos de España, luchemos unidos por este objetivo!

Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España (marxista-leninista)

29 de mayo de 2023