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Comunicado del Secretariado del CC del PCE (m-l)

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El reaccionario régimen de Putin inició en Febrero un conflicto militar en Ucrania cuyas consecuencias son difíciles de prever porque no son los pueblos los que controlan las relaciones entre los países, sino gobiernos que sirven al mismo amo: el capital imperialista.

La explosión, ayer, de un misil en Polonia, según las primeras declaraciones, de fabricación rusa, cerca de la frontera de ese país con Ucrania, provocó durante varias horas una escalada hacia la guerra abierta, al reclamar el gobierno polaco la aplicación del artículo 4 del tratado de la OTAN, paso previo a la entrada en vigor del artículo 5 que hubiera supuesto la declaración de guerra a Rusia. Poco después se desactivó la alarma inicial y se definía el ataque como un error de la defensa antiaérea ucraniana.

El incidente, muestra que la paz en Europa está en manos de Putin, representante y cabeza de la oligarquía gansteril rusa, y de regímenes como el polaco o ucraniano, controlados por fuerzas ultranacionalistas y filo nazis; demuestra también que a la potencia yanqui le interesa azuzar el enfrentamiento en la frontera de Europa, una potencia imperialista aliada y al tiempo rival suya, por lo que cualquier alteración real o ficticia de la situación le ayuda a mantener un estado de alarma permanente favorable a sus intereses.

No cabe llamarse a engaño sobre el papel del gobierno de coalición en este conflicto. Tras la entrada torticera de España en la OTAN, el ejército pasó a integrarse en las fuerzas de intervención militar de ese bloque en el extranjero; en misiones teóricamente de paz que han llevado la muerte a países donde el conflicto entre las potencias imperialistas sigue abierto desde hace muchos años (Libia, Líbano, Chad, etc.); nada ha cambiado con el nuevo gobierno.

Pero, no es su fortaleza militar la que hace atractivo nuestro país para los imperialistas. España aporta un valor estratégico que convierte nuestra tierra, nuestras ciudades y costas, nuestro pueblo en rehenes de intereses contrarios a la paz entre las naciones y factores objetivos de la política de guerra: España está situada en el extremo occidental de Europa, cierra el paso entre el Atlántico y el Mediterráneo, facilita el acceso al norte de África, un continente que cada vez en mayor medida se convierte, junto al área del indo pacífico, en punto caliente en los conflictos interimperialistas; España es, por su situación geográfica, un gigantesco portaviones del imperialismo occidental. Así ha sido considerado desde el principio por el imperialismo que, tras la firma de los acuerdos entre EEUU y el régimen franquista en 1953, llenó nuestro suelo de bases militares yanquis y lo convirtió en punto de reabastecimiento para su flota naval y sus fuerzas terrestres y aéreas. Y este papel ha sido aceptado por los sucesivos gobiernos que se han sucedido desde el inicio del régimen monárquico, incluido el de coalición entre el PSOE y UP.

Esta política convierte a nuestra tierra y nuestro pueblo en un objetivo directo para potencias rivales en caso extensión de la guerra en Europa, una guerra en la que se ventilarían intereses contrarios a los pueblos de Europa y al nuestro.

Nada ha cambiado con la constitución del Gobierno de coalición en 2.019. Por encima de las hueras palabras “pacifistas” de sus ministros, lo cierto es que el compromiso del Estado monárquico en la militarización que crece en Europa es total: el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, miembro del PSOE, partido que aporta la mayoría de ministros del actual gobierno, es uno de los más incendiarios representantes del belicismo atlantista; el Gobierno ha incrementado el 25% su gasto militar, en plena crisis económica y social que ha colocado al 27% de la población española en riesgo de exclusión; su implicación en el conflicto en Ucrania es total: envío de armas, entrenamiento de fuerzas militares de ese país, etc.; los cambios en la política exterior en el Magreb, reforzando el papel en la zona del régimen del sátrapa Mohamed VI y abandonando al pueblo saharaui, etc., son otras tantas muestras de la continuidad de la política de este Gobierno con la de los anteriores y con la política exterior del propio régimen franquista.

No caben excusas que justifiquen esta actitud de entrega total al imperialismo. Cuando el gobierno argumenta que su papel es defender la democracia, miente y lo sabe; lo saben también todos y cada uno de sus ministros; que algunos se escuden, como hacen los miembros de UP, en su posición minoritaria o en un pretendido deber de lealtad con los tratados de los que nuestro país es parte, no cambia nada: también mienten y lo saben.

Conforme pasa el tiempo y crece el peligro de que, deliberadamente o por error, termine generalizándose la guerra en Ucrania o en cualquier otro punto en el que entren en conflicto los intereses contrarios de las potencias, crece la responsabilidad de este Gobierno que, a pesar de sus incendiarias profesiones de fe progresistas y democráticas, no ha dejado de ser un títere de los poderes que realmente controlan la política internacional.

La única política de paz pasa inexorablemente por devolver a nuestro país su soberanía, apartándose de las guerras que alienta el imperialismo y rompiendo los lazos con quienes están dispuestos a vender el interés de nuestro pueblo al mejor postor.

¡NO A LA GUERRA!

¡NI OTAN, NI BASES!

16 de noviembre de 2022